La Virgen salva a un prisionero de guerra

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Referencia catalográfica: 2195r

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IGRH: 0000

Otras versiones de "La Virgen salva a un prisionero de guerra"

Alcalá Ortiz (2003: pp. 1053-1055)

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

En una noche muy oscura,     solo alumbraba un lucero,

un soldadito español     se lo llevan prisionero.

Unos lo venden     y otros lo compran,

hace servicios     y no es de tropa.

¡Ay, Madre mía     de mis amores,

Sagrada Virgen     de los Dolores!

Lo engancharon en un pozo     para que agua sacara

con una morita al lado     pa que palos le pegara.

Se aconsejaron     y él le gritaba

y la morita     en el suelo daba.

Y ella decía:     —¡Ay, español,

con alegría,     yo palos no!—.

Tuvo una noche un ensueño     que se iba a venir a España.

Oyó una voz que decía:     “Corre por esas montañas”.

El soldadito     pronto corrió

y un grande río     se presentó:

—¡Ay, Madre mía     de mis amores,

Sagrada Virgen     de los Dolores!—.

Cuando llegó el soldadito,     Herrera se levantó

a bautizar a aquel moro     porque ya no era español.

Resumen de "La Virgen salva a un prisionero de guerra"

Un soldado español es cautivado por el bando enemigo durante la Guerra de Marruecos. Lo utilizan como animal de carga cuyo principal cometido es tirar de una noria. Le asignan la labor de azotarlo a una mujer árabe, pero esta siente compasión y finge los golpes. El día de la fiesta real, el prisionero sale a cuidar del ganado. Extraña su patria y le pide a la Virgen que lo ampare. Sueña durante tres noches con una voz que le aconseja que escape por la sierra. Finalmente, se decide a llevar a cabo la empresa. Tras varios días en los que sufre verdaderas calamidades, consigue llegar al campamento de Tetuán. Está tan débil que sufre un desvanecimiento. Los soldados españoles lo recogen y lo curan.