(Y) eran dos hermanos huérfanos,     nacidos en Barcelona,

el niño se llama Enrique,     la hermana se llama Lola.

(Y) el niño, ya grandecito,     se marchó para el extranjero,

pasando barcos y mares     se ha hecho un gran caballero.

Se ha hecho un gran caballero,     disfruta de su mejora

y no se acuerda ni un día     de la pobre de la Lola,

y la pobre de la Lola,     noche y día está llorando

a la Virgen del Pilar     le reza para encontrarlo.

(Y) estando en estas palabras     se presenta un caballero

y por no dejarla sola.     hablaron de casamiento,

hablaron de casamiento     y al instante se casaron

y estando un día en la mesa     le dice Lola al marido:

—Mañana vamos a la Habana     para la Habana marchar,

tengo un hermano perdido     y allí me han dicho que está.

—Lola, tú eres de mi gusto     para la Habana marchar—.

Trataron la embarcación     y al instante se embarcaron.

Andaron plazas y calles     y no pudieron encontrarlo

y en la calle de Granada     le cayó el marido malo,

le cayó el marido malo     con las fiebres amarillas

y al poco tiempo la Lola,     quedó en el mundo solita.

Quedó en el mundo solita     y una limosna pidió por Dios:

(………………………………)     —Siquiera por caridad,

me encuentro sola en el mundo     y no lo puedo ganar—.

Se echó mano a su bolsillo,     siete pesetas le dio.

—Mañana vaya pa casa     y allí la socorreré—.

Al otro día siguiente,     para la casa marchó,

le pidió cosa imposible,     cosa que nunca le dio.

—Si estuviera aquí mi hermano,     ¡ay, mi Enrique de mi alma!

saldría a la defensa     de la honra de su hermana.

—¿Es que usted se llama Lola?     —Lola me llamo, señor.

—Toma esta espada y me matas     que he sido tu inquisidor—.

Y allí fueron los abrazos     allí fueron los suspiros,

y allí fueron encontrados     los dos hermanos perdidos.