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Notas
Se repiten los versos 6, 16, 20, 24, 28, 30, 32 y 38.
Bibliografía
IGRH: 5131
Otras versiones de "Inés Marcela"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
FERNÁNDEZ BARJOLA, M.ª I. (2007). El crimen de Don Benito en la literatura regional. En F. Hermoso Ruiz (Coord.), VIII Congreso de Estudios Extremeños (pp. 2099-2115). Badajoz: Diputación Provincial.
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Transcripción
(Y) en el pueblo Don Benito, provincia de Badajoz,
allí vive Inés María con su madre Catalina,
que era la mujer más guapa que dentro provincia había,
y aquellos dos criminales siempre me la perseguían.
Un día en misa de once don Carlos le quiso dar
un besito a Inés María y ella le dio una guantá.
—Esta guantá que me has dado te la tengo que pagar,
o te corto la cabeza o te mato a puñalás—.
Y a las once de la noche, llamó el sereno a su puerta.
Ha llamado a Inés María y su madre le contesta:
—¿Qué se le ofrece, sereno, a estas horas por mi puerta?
—Me se ofrece un vaso de agua, la caja y el botiquín.
—Tómalo por la ventana. —Yo lo quiero por la puerta—.
Estando en esas palabras don Carlos se le presenta.
—Buenas noches, Catalina, sabes a lo que bemos entrado,
que me entregue usted a su hija, que para eso soy mandado.
—No lo permita ni Dios, ni los ángeles del cielo
que yo le entregue mi hija por la ilusión del dinero—.
Le ha dado dos puñaladas y ha saltao por lo alto de ella
y ha saltao por lo alto de ella y se ha ido a la otra sala.
—Entrégate, Inés María, que tu madre ya murió.
—Esté muerta o no esté muerta a usted no me entrego yo.
—Entrégate, Inés María, o te corto la cabeza.
—Córtamela usted, don Carlos, quiero morir con vergüenza—.
Los palillos de las sillas pegados a la pared,
al ver si alguna vecina la querían favorecer.
Las vecinas de la calle todas pagado tenían
que no habían querido oír los gritos de Inés María.
La caja de Catalina bordada con cintas negras
por afuera va bonita y daba pena de verla.
La caja de Inés María bordada con cintas blancas
por afuera va bonita y por dentro escuartizada.
Al pasar por el colegio donde ella se educó,
salieron todas las niñas como caso de dolor.
Unas le ponen coronas y otras le ponen las palmas,
y a eso salió la maestra y a la caja se le abraza.
—Vaya con Dios, Inés María, junta con tu madre vas—.
Los tunos, los criminales, llevan la cinta agarrá.
Las flores del camposanto se daban unas con otras
viendo que los criminales iban a hacerle la autopsia;
las flores del camposanto se mudaron de color
en ver que los criminales iban hablando los dos.
Tres veces encendió el cigarro tres veces se le cayó.
—No echarle la culpa a nadie que el criminal he sido yo—.
El alcalde de este pueblo cumpliera con su deber,
cuatro tiros le pegara a to el que mate a una mujer.