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IGRH: 0000
Otras versiones de "Rosita la cigarrera"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Un domingo por la tarde, debajo de una palmera,
donde se hallaba sentada la chica, la aceitunera,
la pretendía un barrendero que al otro lado se hallaba,
el que le hablaba de amores por ver si la conquistaba,
y la niña le contesta con la sonrisa en los labios:
—Yo no pienso tener novio hasta no tener veinte años,
y si a un caso lo tuviera no sería un barrendero,
que sería un estudiante de esos que ganan dinero—.
El barrendero le dice con mucha gracia y salero:
—Acuérdate de la hora que desprecias a un barrendero—.
La niña le contestó como si a nada temiera:
—A este jardín tan bonito no faltará quién lo quiera,
a este jardín tan bonito, que le llaman tantos nombres,
le tenían que haber puesto “la perdición de los hombres”.
—La perdición es la tuya, que dicen que no te quiero;
a ese jardín tan bonito, le hace falta un barrendero—.
Cuarenta años tenía la chica, la aceitunera;
cuarenta años tenía, y todavía estaba soltera,
soltera sin padre y madre, sin amor y sin dinero,
y a todas horas decía: —¡Quién pillara un barrendero!