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Notas
Al terminar, el informante indica que quería decir “Molina de Aragón”.
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00028 02).
Bibliografía
Otras versiones de "Una madre quiere contraer matrimonio con el hijo que abandonó de pequeño"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Voy a contarles un caso que ha llamado la atención
y que ha ocurrido, por cierto, en Medina de Aragón.
Se trata de una muchacha que con su padre vivía,
la más bonita del pueblo y quince años tenía.
Un joven del mismo pueblo a la niña pretendió,
y abusando un día de ella, y después se retiró.
Cuando llegó un cierto día que la chica se notó
que en cinta había quedado, al padre se declaró.
Y el padre, muy enfadado entonces le dijo así:
—Ya estás cogiendo la ropa y marchándote de aquí—.
Cuando llegó la noche, ella su ropa cogió,
y mientras su padre dormía, de la casa se marchó.
Andando por un camino sin llevar compaña ninguna,
tan solo la acompañaban las estrellas y la luna.
Y la ha encontrado el día diciendo: —Será mi sino—.
Se para a descansar a la orilla de un camino.
Estando medio dormida, se da cuenta que llegaban
unos pasos hacia ella, se fija y era una anciana.
La dice: —Perdone, joven, ¿qué hace aquí tan de mañana
una chica tan bonita, aquí en el suelo tirada?
–Oiga usted, buena señora, yo le digo mi verdad,
que voy andando perdida y Dios me acompañará.
Mi padre tiene la culpa de lo que me está pasando,
solo por querer a un chico de la casa me ha arrojado.
Andando toda la noche y como más no podía,
aquí me dejé caer porque el sueño me rendía—.
Cogiéndola con un brazo, del suelo la levantó,
y aquella mujer anciana de esta manera le habló:
—No te apures, hija mía, ahora conmigo vendrás
y te llevaré a mi casa, verás qué bien vas a estar—.
Ahí juntitas vivieron hasta que un día llegó
que la chica cayó mala y en la cama se metió.
Dio a luz a un hermoso niño y dos meses lo criaron,
y aquella mala mujer la hizo que lo tirara.
Le dijo: —Puedes marcharte, que aquí no te quiero yo,
cuando estábamos solitas, sí, pero con un hijo, no.
Si no dejas a tu hijo, hoy mismo puedes marchar,
ponle a la orilla de un camino y alguien lo recogerá—.
Cuando pasó aquella noche, a las cinco de la mañana,
y envolviendo a su hijo, la pobrecita lloraba.
Una carta le escribió que la metió en la faja,
diciendo quién era el niño y ella cómo ella se llamaba.
De allí salió con su hijo diciendo: —Será tu sino,
que te abandonó tu madre a la orilla del camino—.
Todavía eran las ocho y por allí pasó un señor
que iba a trabajar al campo, y al niño lo recogió.
Regresó para su casa y a su mujer lo entregó,
y como no tenían ninguno, contentos estaban los dos.
Criaron muy bien al niño hasta los dieciocho años,
y luego iba a trabajar cerca donde lo encontraron.
Cuando iba a trabajar, dieciocho años tenía;
allí se paró a descansar y también la pobre niña,
y con su madre charlaba y el pobre no lo sabía.
Siempre le hablaba de amores y ella le decía así:
—Chico, no pienses en eso, que eres joven para mí.
No es que desconfíe de ti, pero has de considerar
que al casarme yo contigo, nos iban a crucificar—.
Al cabo de muchos ruegos, al fin pudo conseguir
llevar su madre a la iglesia y esto se descubre allí.
Él presenta los papeles que traía en misiva la carta
que su madre le escribió y la metió entre la faja,
diciendo quién era el niño y ella cómo se llamaba.
El cura, que se dio cuenta, le dice: —Un caso nunca visto,
querer contraer matrimonio una madre con un hijo—.
La madre quedó espantada, pregunta: —¿Pero qué pasa?
—Usted lo sabrá, señora, porque usted ha escrito esta carta.
Señora, ¿no se dio cuenta de lo mal que usted obró?
Hace dieciocho años que a este hijo abandonó.
Aquí no dice la fecha de cuándo lo fue a abandonar
y esta carta la ha escrito usted con su propia mano—.
Ella se fija en su letra, que pronto la conoció,
y abrazada a su hijo, en sus brazos se desmayó.
........................... —Hijo de mi corazón,
ya me siento muy contenta que te ha protegido la suerte,
la gloria es para tu madre, que ya no pensaba verte.
No me olvides, hijo mío, por lo que yo padecí,
las lágrimas de tu madre, que ha derramado por ti.
Cuando tú eras recién nacido, a la calle me tiraba,
aquella mala mujer que ahí estaba en mi compaña
me dijo que yo solita con ella podría seguir,
pero si no te dejaba, que me marchase de allí.
Y yo sin saber lo que hacer, porque loca me encontraba,
por eso te abandoné, hijo mío de mi alma.
Vengo a pagar lo que deba, porque no tiene perdón,
por ella yo te dejé y por ti sola quedé. Fin.