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Bibliografía
IGRH: 0083
Otras versiones de "El cura sacrílego"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
VALIENTE BARROSO, B. (2016). El romancero tradicional de Cantabria: el ciclo del tabú del incesto [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
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Transcripción
Esto era un cura, curita, de la religión de Dios,
se enamoró de una niña desde que la cristianó.
Estando la niña un día, se estaba peinando al sol,
por allí pasó el curita, por allí pasó el traidor.
—Dame, niña, de tu pelo, de tu pelo un caracol—.
La niña, como era chica, se lo cortó y se lo dio.
La ha cogido de la mano, a su casa se la llevó,
la metió en un cuarto oscuro sin darle luna ni el sol.
A la mañana siguiente, el cura se alevantó
a decir misa del alba, a decir misa mayor,
y estando diciendo misa, una voz del cielo oyó:
—Salte ya, cura, curita; salte ya, cura traidor,
que no puedes decir misa, ni recibir al Señor—.
El cura salió corriendo, pa su casa se marchó,
y al entrar en el cuarto oscuro muerta fue y se la encontró.
—Vecinita, vecinita, vecina del corazón,
que se me ha muerto mi niña, la que más quería yo—.
El cura salió corriendo, para Roma se marchó
a contarle al Padre Santo todo lo que le ocurrió.
—Me enamoré de una niña desde que se cristianó—.
Le ha echado de penitencia, de penitencia le echó
que barriera los caminos de Zaragoza a Aragón.
—Esa poca penitencia no me la merezco yo—.
Le ha echado de penitencia, de penitencia le echó
que se metiera en un horno de la primera calor
y estando metío en el horno una voz del cielo oyó:
—Salte ya, cura, curita, salte ya, cura traidor,
que ya puedes decir misa y recibir al Señor.