Era una joven doncella,     hija de familia rica,

sus padres la abandonaron     al verla que estaba encinta.

Al ver así a la pobrecita,     de la manera que estaba,

han querío darle muerte     y de su casa arrojarla.

Carmela lio la ropa,     se fue a casa de su tía,

la cual que la recibió     como si fuera su hija.

A ella de na le faltaba     y siempre estaba llorando,

pensando en el porvenir     que se le iba acercando.

A los nueve meses justos     tuvo un niño como un sol,

no lo había cristianado     por no descubrir su honor.

Siete meses tenía el niño,     todavía no era cristiano,

por no descubrir su honor     no lo habían bautizao.

Carmela le puso un día     una postada a su novio,

que en el jardín lo esperaba,     que querían hablar solos.

Rogelio acudió a la cita     que Carmela le mandaba

con un árbol recostada,     con la sonrisa en los labios,

dice Carmela: —Soy yo,     (……………………………)

acuérdate el juramento     que hicimos los dos.

—El juramento que hiciste     todo te ha salido en vano.

Tú te quedas con tu hijo     y yo me lavo las manos—.

Al retirarse Rogelio,     Carmela dispara un tiro.

Rogelio cayó en el acto     y ella marchó con su hijo.

Iba en busca la vapora,     iba pa la cordobesa

y los barqueros notaron     que Carmela iba llorando,

pensando en el porvenir     que se le iba acercando.

Un pie puso en el estribo,     otro puso en la baranda

y se ha arrojado a la mar     con su hijo de su alma.

Y en lo alto el camarote     ha dejado una carta escrita:

“Eso le pasa a los padres     que abandonan a sus hijas”.

Mocitas que tengáis novio,     no irse tan de ligero,

mira lo que le ha pasao     a Carmela con Rogelio.