Carmelilla, Carmelilla,     le dice a su novio un día:

—Me estoy haciendo una bata     para estrenarla en tu día—.

Y el novio le ha contestado:     —Puedes hacer lo que quieras;

en poniéndote la bata,     puedes buscar quien te quiera.

—Ni aunque te tires pa arriba,     ni aunque te tires pa abajo,

la bata yo me la pongo     aunque termine el noviazgo.

—Tienes una mala maña,     que te la vengo a reñir,

que te quitas de la puerta     cuando me ves de venir.

—El quitarme de la puerta,     amor mío, no es por ti,

solo por tus amiguitos,     que no tengan que decir.

—Mis amigos ya lo saben,     que yo adoro a tu persona;

el quedarte tú en la puerta     es ponerme una corona.

—Si te pongo una corona,     como si te pongo dos,

que soy mocita y honrada,     no quiero manchar mi honor.

—Si eres mocita y honrada,     no quieres manchar tu honor,

pues de la primera noche     haberme dicho que no.