Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
El informante lo llama “Mi profecía” e indica que lo aprendió cuando hacía la mili en Algeciras.
El informante engarza diferentes partes del poema “Profecía” de Rafael de León.
Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Agradecemos la valiosa colaboración de la Asociación Cultural Cañamares de Chilluévar.
Transcripción
Me lo dijeron ayer
las lenguas de doble filo
que te casaste hace un mes
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso
se hubiera echao a llorar
y yo me crucé de brazos
y dije “si me da igual”.
Y nada de darme un tiro,
ni enredarme a maldiciones,
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Qué? ¿te has casao? Buena suerte.
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte
que Dios no te lo tenga en cuenta.
Porque si al pie de los altares,
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi madre,
que no te guardo rencor.
¿Qué tiene el niño, Malena,
que anda como trastornado?
Y la carita de pena
y el colorcillo quebrado.
Si él ya no juega a la peonza
ni tira piedras al río,
ni se destroza la boca
subiéndose a coger nidos.
Mira que soy perro viejo
y estás demasiao tranquila.
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigila, mujer, ¡vigila!
Y fueron dos centinelas
los ojillos de mi madre
cuando salí de la escuela
a tirar por los olivares.
¿Y qué buscará allí?
Una niña (…)
con el mismo tiempo
que José Miguel.
/.............../.............../
(…) no le riñas,
que eso es que empieza a querer.
Mi padre lió un cigarrillo
y se enteró de tu nombre,
te compró a ti unos zarcillos
y a mí, un pantalón de hombre.
No te dije que te doy,
pero amarré a tu balcón
mis lazos de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
ofreciste en recompensa
dos cintas color de rosa
que engalanaban tus trenzas.