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Bibliografía
IGRH: 0176+0168
Otras versiones de "El quintado"
Otras versiones de "La aparición de la enamorada muerta"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
GONZÁLEZ, A. (1994). La aparición y El quintado. Renovación y conservación a través del cruce. En D. Catalán, J. A. Cid Martínez y A. Valenciano (Coords.), De Balada y Lírica, 1. 3er Coloquio Internacional sobre el Romancero, vol. 1 (pp. 345-357). Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal – Universidad Complutense de Madrid.
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BOTTA, P. (1995). El romance del Palmero e Inés de Castro. En J. S. Paredes Núñez (Coord.), Medioevo y literatura, I-IV. Actas del V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, 1 (pp. 379-399). Universidad de Granada.
CHICOTE, G. (1986). El romance del Palmero: Cinco siglos de supervivencia a través de fijaciones textuales. Incipit, 6, 49-69.
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Transcripción
El veintiuno de marzo, carta de la primavera,
(y) un general muy famoso con su tropa va a la guerra.
Todos cantan, todos ríen, todos comen y se alegran,
menos un pobre soldado que ni come ni se alegra.
—¿Qué te pasa soldadito, que ni comes ni te alegras?
O es por venir al servicio, o es por venir a la guerra.
—Ni es por venir al servicio, ni es por venir a la guerra,
que día que me esposaron, me despedí de mi prenda.
—Coge soldado el caballo y te vas en busca de ella,
que por un soldado menos, no perderemos la guerra—.
Se ha echado mano al bolsillo, se ha sacado una cartera.
—Tenga usted, mi capitán, esta cadena de perlas,
que me la regaló mi Elvira el día de Enhorabuena—.
Un poquito más adelante, un pelegrino se encuentra:
—¿Dónde vas tú, soldadito? ¿Dónde vas por estas tierras?
—Voy en busca de mi Elvira, que me la dejé en mi tierra.
—Pues tu Elvira ya se ha muerto y el entierro yo lo vi,
y la caja que llevaba también te puedo decir.
—O esté viva o esté muerta, a verla tengo que ir—.
Y dos pasos más p'alante, una sombra ve venir.
—No te asustes, soldadito, no te asustes tú de mí,
que yo soy tu dulce Elvira, que te salgo a recibir.
—Pues, si eres mi dulce Elvira, (y) abrázate pronto a mí.
—Que brazos con que te abrazaba a la tierra se los di,
y labios con que te basaba a la Virgen se los di.
Cásate tú, soldadito, cásate y no estés así.
—No me caso, no me caso, ni tampoco estoy así,
que me voy a meter a fraile, fraile de San Agustín.
La primera misa que cante ya te la ofreceré a ti.