Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00035 08).
Transcripción
—Mira, madre, por ahí veo venir al cartero,
voy a salir a su paso, por ahí por el sendero.
Trae la carta de Fermín, con quien paciencia la espero.
—¡Dios mío, que sea suya, y que diga que está bueno!
Tarda tanto en escribir, y ha pasado tanto tiempo,
sin dar señales de vida, que tengo un presentimiento.
—Aquí está la carta, madre, te la traigo muy ligero,
pero no es para ti, viene a nombre del abuelo,
ni tampoco es de Fermín, pero es de [¿…?].
—Dámela, la voy a abrir, ¡señor, (y) qué angustia tengo!
Quiero leerla y no sé, porque tengo tanto miedo,
¿qué te pasa, que no escribes y guardas tanto silencio?—.
—Buen hombre, van estas letras para usted sin conocerlo,
porque así me lo encargó, mi amigo Fermín, su nieto.
Murió como su hermano tan valiente y tan sereno,
fue un ataque muy duro, y hubo que tomar un cerro.
Allá subió el requeté, y Fermín de los primeros,
con la bandera en la mano y el entusiasmo en el pecho.
Y justamente al llegar, antes de tomar aliento,
un [¿pago?] de algún cobarde, con un disparo certero,
cortó la vida animosa de Fermín, mi compañero.
Dejó izada la bandera y se desplomó en el suelo.
Mientras la sangre brotaba de aquel maldito agujero,
unos minutos vivió, ¡ay, qué momentos aquellos!
Se quedaron tan grabados, que será eterno el recuerdo.
—¡Doy la vida por España y mira qué alegre muero!
—Madre, qué valiente eres, con qué envidia te contemplo,
tú no lloras y yo dudo si las lágrimas contengo.
Nos mataron a otro hermano, qué mala suerte tenemos,
qué triste se va a quedar el pobre abuelo al saberlo.
Madre, si tú me dejaras y accedieras a mi empeño,
yo me marchaba a la guerra a vengar a nuestros muertos.
—Qué sacrificio me pides, hijo mío, tan tremendo,
también tú te quieres ir, sin ti, ¿qué nos haremos
un viejo y una mujer sin cariño y sin consuelo?
Solos y llenos de pena, ¿cómo nos arreglaremos?
—Y si Dios lo quiere así, ¿por qué vamos a oponernos?
—Pues si Dios lo quiere, vete, vete, hijo, que te dejo.
Señor, ya se va otro hijo, qué desamparada quedo,
todos los hijos temí, me matarán al tercero.