Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante repite el primer hemistiquio de cada verso, pero solo recuerda la mitad del romance. La mujer desconocida que lo continúa repite todos los hemistiquios. El recopilador recita el final del romance.
Se titula “La adúltera” en las anotaciones de campo.
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00035 32).
Bibliografía
IGRH: 0234
Otras versiones de "Albaniña"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
ATERO BURGOS, V. y RUIZ FERNÁNDEZ, M.ª J. (2001). Alba, Catalina, Elena y otras adúlteras del romancero tradicional. En: Los trigos ya van en flores. Studia in Honorem Michelle Débax, 41-62. Toulouse: CNRS-Université de Toulouse-Le Mirail.
DÍAZ ROIG, M. (1986). Estudios y notas sobre el Romancero. México, D. F.: El Colegio de México (Serie Estudios de lingüística y literatura, 1).
GARCÍA MARTÍN, V. (2019). La memoria de la tradición oral en el siglo XXI: El Romance de Albaniña. En La voz de la memoria, nuevas aproximaciones al estudio de la literatura popular de tradición infantil: V Jornadas Iberoamericanas de Literatura Popular Infantil. Homenaje a Pedro Cerrillo, 799-815. Cuenca: UCLM (Estudios, 116).
GONZÁLEZ, A. (2001). El tesoro del Romancero: la variación. Dos ejemplos de la tradición americana. ALHis, 30, 53-67.
RUIZ GARCÍA, M.ª T. (2005). Recreación del romance de La adúltera en la tradición hispanoamericana. Revista de Literaturas Populares, 5, 62-78.
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Transcripción
Estaba una señorita sentadita en su balcón,
se pasea un caballero de buena o mala opinión:
—Señorita, señorita, con usted durmiera yo.
—Pase, pase, caballero, dormirá una noche o dos,
que mi marido está a caza, a los montes de León,
y para que ya no vuelva, le echaré la maldición,
sapos le coman los ojos, víboras, el corazón—.
Estando en estas palabras, su maridito llamó:
—Ábreme la puerta, luna, ábreme la puerta, sol,
que te traigo unos conejos de los montes de León—.
En la primera tajada, para su cuadra miró:
—¿De quién es aquel caballo que en mi cuadra veo yo?
—Tuyo, tuyo, mi marido, que mi padre te le dio
pa que vayas a la boda de mi hermana la mayor—.
A la segunda tajada, para su percha miró:
—¿De quién es aquel sombrero que en mi percha veo yo?
—Tuyo, tuyo, mi marido, que mi padre te le dio
pa que vayas a la boda de mi hermana la mayor—.
Y a la cuarta tajada, para su cama miró:
—¿De quién es aquel niñito que en mi cama veo yo?
—Es el niño la vecina, que en mis brazos se durmió.
—¡Qué niño, qué demonios, tiene más barbas que yo!—.
La ha cogido de la mano, pa ca’ su padre la llevó:
—Tenga, tenga usted a su hija, edúquela usted mejor.
—Edúcala tú, mi yerno, que educada te la di yo—.
La ha llevado pa su casa, tres puñaladas la dio.