Yo vivía feliz en el mundo

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 2558r

Informantes

Recopiladores

Notas

La informante indica que lo aprendió en Lucainena cuando era pequeña.

Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Agradecemos la valiosa colaboración de M.ª Teresa Aranzana Escudero, que nos puso en contacto con las informantes de la localidad de Alcolea.

Bibliografía

IGRH: 0000

Otras versiones de "Yo vivía feliz en el mundo"

Higueras Martínez y Aguilar González (2000: p. 144); Pimentel García (2020: n.º 592).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

Yo de un hombre creí ser amada,     y engañada en el mundo vivía,

¿qué voy a hacer si no puedo olvidarlo?,     era mucho lo que lo quería.

Yo lo he visto entrar en la iglesia,     arrodillarse a los pies de un altar,

y el muy tuno traidor me juraba     que con otra se iba a casar.

Yo pensaba en volverme loca     hasta el punto de perder la vida,

yo pensaba meterme a monja     en el convento de las Arrepentidas.

Veinticuatro horas estuve en él,     veinticuatro años parecía,

y le dije a la madre abadesa     que marcharme a mi casa quería.

Me cogieron entre dos hermanas,     me llevaron al pie de una Virgen,

me dijeron que allí le rezara     y olvidara la idea de irme.

¡Ay, qué ojos tenía la Virgen,     parecidos a los que él tenía!

Lo recuerdo de aquellas miradas,     ni rezarle a la Virgen podía.

¡Ay, qué ojos tenía la Virgen,     casi negros, qué bonitos son!

Que los llevo clavados en el pecho     y en el fondo de mi corazón.

Resumen de "Yo vivía feliz en el mundo"

Una joven está enamorada de un muchacho. Cierto día, lo ve en la iglesia, arrodillado ante el altar. Ella se acerca para preguntarle por qué lo hace y él le confiesa que se va a casar. Desesperada, la enamorada decide ingresar en un convento. Después de algún tiempo, la joven le comunica a la abadesa que quiere marcharse de allí, pues no soporta las rigurosas normas de la orden. Dos hermanas la obligan a arrodillarse ante una Virgen para pedirle perdón. El amor que siente la muchacha es tan intenso que hasta los ojos de la imagen le recuerdan a los de su amado.