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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
IGRH: 5129
Otras versiones de "Enrique y Lola"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
(Y) eran dos hermanos huérfanos, criados en Barcelona;
el niño se llama Enrique, la niña se llama Lola.
Enrique se ha marchado, se ha marchado al extranjero;
pasando por altas mares, se ha hecho un hombre caballero.
Se ha hecho un hombre caballero, ……………………….....
disfruta de lo que tiene y también de su mejora;
disfruta de lo que tiene, sin acordarse de Lola.
Lola siempre está llorando noche y día por su hermano
y a la Virgen del Rosario le ofrece para encontrarlo.
Lola toma casamiento solo por no verse sola
Y estando un día en la mesa, Lola le dice al marido:
—Vámonos para La Habana, tengo un hermano perdido.
Tengo un hermano perdido, allí me han dicho que para—.
Lola tuvo un fuerte lío: —Vámonos para La Habana—.
...……………………. Para La Habana tiraron,
buscaron habitaciones en la calle de Marcario.
Corrieron plazas y calles, no pudieron encontrarlo;
y al poco tiempo la Lola su marido cayó malo.
Su marido cayó malo con las fiebres amarillas;
al poco tiempo la Lola quedó en el mundo solita.
Se ha acercado al caballero a pedirle una limosna
y el caballero le dice con sentimiento: —Perdona;
eres una bella rosa, eres un bello clavel;
mañana se va por casa, que allí la socorreré—.
A otro día de mañana, el caballero encontró;
la ha cogido de la mano, la metió en su habitación.
La ha pedío de lo posible, Lola le ha dicho que no:
—Primero pierdo la vida que la honra y el honor.
Si estuviera aquí el Enrique, el Enrique de mi alma,
sacaría la defensa por la pobre de su hermana.
—¿Pues si tú te llamas Lola? —Lola me llamo, señor.
—Mátame, hermana querida, que he sido tu enquisidor.