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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
IGRH: 0169
Versión publicada en Anaya Flores (2016: p. 186).
Otras versiones de "Don Bueso"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
LÓPEZ ESTRADA, F. (1984). El romance de Don Bueso y la canción de La peregrinita en el cancionero folklórico de Antequera. En De los romances-villancico a la poesía de Claudio Rodríguez: 22 ensayos sobre las literaturas española e hispanoamericana en homenaje a Gustav Siebenmann, 253-263. Madrid: José Esteban.
MENÉNDEZ PIDAL, M. (1948). Los romances de don Bueso, BHi, 50, 305-312.
PIÑERO RAMÍREZ, P. Manuel (2001). Los montes de Oliva: el encuentro de la canción lírica con el romance en Don Bueso. En Carlos Alvar Ezquerra (coord.), Lyra mínima oral: los géneros breves de la literatura tradicional: actas del Congreso Internacional celebrado en la Universidad de Alcalá, 28-30 octubre 1998, 353-360. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá.
PIÑERO RAMÍREZ, P. Manuel (2001). La configuración poética de la versión "vulgata" de "Don Bueso". En Mercedes de los Reyes Peña, Rogelio Reyes Cano, Klaus Wagner (coord.), Sevilla y la literatura: homenaje al profesor Francisco López Estrada en su 80 cumpleaños, 109-132. Sevilla, Universidad de Sevilla.
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Transcripción
Al pasar por los torneos, pasé por la morería,
y vi una mora lavando al pie de una fuente fría.
—Deja, mora bella, deja, mora linda,
deja beber mi caballo de ese agua cristalina.
¿Te quieres venir conmigo hacia los montes de Oliva?
—Y la ropa que yo lavo ¿dónde yo la dejaría?
—La de hilo y la de Holanda en mi maleta metida,
y la que no valga nada la corriente llevaría.
—Y mi honra, caballero, ¿dónde yo la dejaría?
—Ponla en la punta mi espada, ya no la llevas perdida—.
Al pasar por unos montes, la mora llora y suspira:
—¿Por qué lloras, mora bella, por qué lloras, mora linda?
—Lloro porque en otros tiempos mi padre de caza iba
con mi hermano Moralejo y toda su compañía.
—Válgame, Dios de los cielos y de la Virgen María,
que en vez de traer a una mora, traigo a una hermana mía.
Ábrame la puerta, madre, cerrojos y celosías,
que aquí le traigo la prenda que lloraba noche y día.