Yo cansaba de ser nena

con afán de ser mujer

y, aunque mis padres me riñan,

os voy a contar lo que hice ayer:

 

Yo me puse muy elegante

con el traje de mamá,

los pendientes más bonitos,

el sombrero y el collar.

 

Y al espejo me miro atenta;

me contemplaba con ilusión,

pero al momento sin darme cuenta,

tal como estaba me asomé al balcón.

 

Todos los chicos me miran

y yo también les miré;

al verlos entusiasmados,

del balcón me retiré.

 

Soy la muñeca más preciosa,

más bailarina y caprichosa,

que ha venido de Madrid

para saludarte a ti.

 

Que por aquí, que por allí,

viene un chiquillo,

me hace así, me hace así

con el ojillo.

 

Yo le dije —picarón,

te entrego mi corazón― 

y él me lo entregó.