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IGRH: 5012
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
Otras versiones de "En la estación de Alicante"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En la estación de Alicante a un tren subió un melitar
con un coche de segunda que para su casa va.
Al a ir a tomar asiento, el joven queda mirando
a una señora muy guapa que llevaba un niño en brazos.
La señora le pregunta: —¿Es que va usted con permiso?—.
Y el militar le contesta: —No, señora, voy cumplido.
La señora se queda mirando al niño (…………………………………)
—¿Quiere sostenerme al niño mientras bajo a beber agua?
Se pasan cuatro estaciones, la señora no volvió
y el militar con el niño: —¿Ahora qué voy a hacer yo?—.
Se queda mirando al niño: —Chiquillo, no viene tu madre—.
Y vio que en la mano derecha llevaba colgada una llave.
Le coge la llave al niño, coge y abre la maleta,
envuelto en unos papeles llevaba diez mil pesetas,
y en los papeles decía: “Percure al niño criarlo
y, si no tiene dinero, lo publica en el diario”.
Ya ha bajado a la estación, donde todos lo esperaban,
y al verlo con aquel niño su madre le preguntaba.
La novia se aproximó diciéndole estas palabras:
—¿Ese niño de quién es? Tú me tienes engañada—.
Desde la estación al pueblo le contó lo que pasaba
y cómo vieron al niño y el dinero que llevaba.
Prepararon pa la boda y enseguida se casaron
y al niño se lo llevaron, con biberón lo criaron.
Cuando tiene quince años, lo meten en un taller
pa que aprendiera de chófer, que eran los deseos de él.
Ya que este es un buen oficio, este marchó a Barcelona
y se colocó de chófer con una noble señora.
Ya llevaba varios meses sirviendo en aquella casa;
le hacían varios regalos por lo bien que se portaba.
[Un día la señora] lo ha llamado a su despacho:
—Perdona mi atrevimiento, pero escucha cómo te hablo.
Si tú te casas conmigo, como yo no tengo a nadie,
todito mi capital será para ti y tus padres.
—Sí, señora, que me caso, (………………….)
ya que soy tan pobre, (………………….)
porque siendo yo pequeñito (………………….)
me entregaron a un melitar. (………………….)
—Ven acá, hijo querido, tu madre propia soy yo;
ven aquí, dame un abrazo, hijo de mi corazón.
No lo hice por desprecio, lo hice por no manchar
la honra de mi familia, pero me perdonarás.
Perdóname, hijo querido, que yo no fui madre mala,
por eso dejé dinero para que a ti te criaran.
Y los que a ti te criaron quiero pedirles perdón
y también darles las gracias por este grande favor.