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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
Otras versiones de "El confesor de su madre"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Una encantadora joven sostenía relación
con un mozo cocinero que adoraba con pasión.
Al conseguir sus favores, viendo que encinta quedó,
trataron de casamiento, pero aquel infame huyó.
Ella muy apenada por eso se quedó, ella perdió.
Ha pasado cierto tiempo que a un hermoso niño dio;
le ha cogido entre sus brazos y hacia el monte le llevó.
Lo ha dejado en un barranco, envuelto en un pañal,
ocultando su deshonra de esta madre criminal.
Pero al siguiente día un pastor que pasó
por aquella cercanía a un niño llorar oyó.
Pero al pedir auxilio (y) el mozo la debió,
vio a un recién nacido, y él a su casa se lo llevó.
El pastor con alegría pronto a su casa llegó,
y a su esposa idolatrada (y) aquel niño le llevó.
A la parroquia se fueron, llenos de gozo los dos,
bautizan al pobre niño que en sus brazos puso Dios.
Pero llegó a ser mozo, sus padres con dulzura
dicen que si estudiar quiere pa la carrera de cura.
Le dieron los estudios, lograron su intención,
y al cumplir vintidós años llegó a ser cura en la población.
Pero un día enesperado (y) en la iglesia penetró
tristemente una señora y al confesor se acercó.
—Padre, tengo una pena, pues hice un gran mal
y la concencia me dice que fui una criminal,
que hace vintidós años a un nene abandoné,
no sé si es vivo o es muerto, sobre una roca allí lo dejé—.
Cayó el padre trastornado sin aliento y sin dolor;
se despierta de su ataque y se abrazan con dolor.
—Madre de mis entrañas. —Hijo del corazón,
por ocultar mi deshonras, hice yo esta mala acción.
—Madre, yo te perdono, porque comprendo yo
que la culpa no fue tuya, sino aquel hombre que te perdió.