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Notas
IGRH: 0195
En esta versión, se repiten los segundos hemistiquios, salvo en los versos 7, 9, 11, 15, 16, 18, 42, 44, 46, 52 y 53.
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
Otras versiones de "Lux aeterna"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Y un niño y una niña se festeaban,
iba para cinco años que ya se amaban.
El día de su santo le regaló
(y) un corte de vestido de gran valor.
Domingo por la tarde van de paseo,
Juan estaba enfadado, no quería hablarle.
—¿Qué te pasa, Juan, que estás tan triste?
Pues si es que no me quieres, pues me lo dices.
—Ya que estoy puesto, te lo diré,
que enamorado estoy de otra mujer,
(…………………..…….) pero con otra cosa,
que es más guapa que tú y más hermosa—.
Adela de pensar (y) ha caído enferma
y al domingo siguiente (………………………………..)
toas sus amigas iban a verla.
Y a una de ellas le ha preguntado
que si no ha visto a Juan por ningún lado.
—Piensa en ponerte buena, (y) Adela mía, que te lo digo,
los amores de Juan los has perdido,
porque tu novio Juan (………………..)
con tu amiga Dolores se va a casar.
—Madre, qué linda noche, cuántas estrellas,
(y) ábreme la ventana que quiero verlas.
—No te abro la ventana, que estás enferma
y el aire de la noche dañarte pueda.
—Madre, querida madre, ven a mi lado,
y antes de morir quiero darte un encargo.
Si viene Juan a verme después de muerta,
no lo dejes pasar de aquella puerta.
Si vienen mis amigas Ana y Dolores,
que me adornen la tumba con lindas flores.
De mortaja me pones (y) el velo blanco
y el vestido de novia de seda blanco.
Y en el pecho me pones la cruz de perlas,
la que me regaló Juan de amor en pena,
(……………………………) no me la impidas,
tengo a gusto llevarla siempre consiga—.
Otro día de mañana doblan campanas,
y es que se había muerto la pobre Adela.
A las cinco de la tarde pasó el entierro;
Juan estaba en la puerta, se metió dentro.
Sacó el afoto y la besaba,
llorando amargamente (y) así exclamaba:
—Y Adela mía, qué guapa eres,
y eres la más bonita de las mujeres;
(……………..) nunca, nunca creía
que por mi amor, Adela, tú te morías—.
Ya que pasó el entierro, Juan se marchó,
en la puerta el cementerio allí lloró.
Y a los cinco minutos sienten un tiro
y en los suspiros decía: (……………………..)
—Y Adela mía, me voy contigo—.
(…………….) Y era y era y que era
que se había matao Juan, Juan por Adela.