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Notas
Este registro ha sido editado en el marco del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia e Innovación “El corpus de la narrativa oral en la cuenca occidental del Mediterráneo: estudio comparativo y edición digital (CONOCOM)” (referencia: PID2021-122438NB-I00), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Bibliografía
Publicado en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 58-60; transcripción musical, p. 183; procedencia y peculiaridades, p. 211).
Otras versiones de "El criado y la señorita"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Señorita Isabel, a su esposo don Fidel:
—Se me antoja que el gañán mira mucho a la Isabel.
—¡Ay, que se diría en el pueblo que usted tiene entrevista
con un pobre jornalero, casa de una señorita!—.
Y a las once de la noche la Isabel en la ventana,
platicando con su Pedro que amargamente lloraba.
—Toma, Pedro, este pañuelo, que para ti lo bordé;
para ti, prenda adorada, pa que te acuerdes de mí.
—Y tú toma este retrato, porque ayer me retraté;
ya que no estoy a tu lado, para que me puedas ver—.
Ya está Pedro en la besana y siempre pensando en ella;
y en su boca se ve llanto y en sus ojos se ve pena.
Y sentió la voz del amo, que era la del mayoral,
con una carta en la mano; como un chico echó a llorar.
Como un chico echó a llorar, como un loco echó a correr.
Y le dice el mayoral: —Toma dineros pa el tren—.
Y a la entrada de aquel pueblo se encontró al enterrador
con un pico y una pala, camino del panteón.
—Toma, Pedro, resistencia, que esta mañana a las diez
le he dado la seportura (y) a tu adorada Isabel.
—Ya habrás tenido valor (y) a coger pico y la pala,
sabiendo que la Isabel era tu primita hermana.
Y este favor que te pido me lo vas a conceder:
desenterrarme la tumba de mi adorada Isabel.
—Desenterrarla no puedo, y eso sería una locura;
y en la cárcel yo me viera si abriera la seportura.
—Tú eres la niña más chica, tú eres la niña más blanca—.
Cuando por al lado de él una paloma volaba.
—No te asustes tú, mi Pedro, no te asustes tú de mí,
porque mañana a las diez tú también estás aquí.
Toma este papel en blanco, dárselo a mi padre escrito,
que yo no entro a la gloria mientras tú no estés conmigo.