Desde que estuve, niña, en La Habana

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Notas

Se repite la segunda estrofa al final, a modo de estribillo.

Es un tango llamado “Habaneras de Cádiz”. La informante indica que lo aprendió escuchándolo en la televisión.

Transcripción

Desde que estuve, niña, en La Habana,

no se me puede olvidar

tanto Cádiz junto a mi ventana, Tacita lejana, 

que aquella mañana pude contemplar.

Las olas de la Caleta, que es plata quieta,

rompían contra las rocas de aquel paseo,

que al bamboleo de aquellas bocas,

que allí le llaman el Malecón.

Había coches de caballos, y era por mayo,

sonaba por la Alameda, por Puerta Tierra,

y me traían, ay, tierra mía,

desde mi Cádiz el mismo son.

Y el son de los puertos, dulzor de guayaba,

calabazas al huerto

y aún pregunto quién me lo cantaba.

 

Que tengo un amor en La Habana

y el otro en Andalucía;

no te acuerdas tú, tierra mía,

más cerca que la mañana,

que apareció en mi ventana

de La Habana colonial,

to Cádiz, la catedral,

La Viña y el Mentidero.

Y verán que no exagero

si al cantar la habanera repito:

La Habana es Cádiz con más negritos,

 que hay en La Habana con más salero.

 

Verán que tengo mi alma en La Habana,

no se me puede olvidar,

canto un tango que es una habanera,

la misma manera 

tan dulce y galana y el mismo compás.

Por la parte del Caribe y así se escribe,

cuando una canción de amores, canción tan rica,

se la dirige a los trovadores,

a una muchacha y a una ciudad,

yo, Cádiz, te la dedico y te lo explico

por qué te canto este tango que sabe a mango

y esta habanera de esta manera,

de piriñata y de carnaval,

son de chirigotas, dulzor de guayabas,

calabazas al huerto

y aún pregunto quién me lo cantaba.