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Notas
Se repite la tercera estrofa, que funciona como estribillo, tras la quinta y la séptima estrofa.
Transcripción
Tú no sabes lo que son las amarguras,
ni la pena que es sentirse despreciá
por el hombre que se quiere con locura
y se adora como a un santo en el altar.
Tú bien sabes el tesoro de cariño
que en mi alma guardo siempre para ti,
suplicándote mil veces al oído
y tú siempre me respondes así:
—Olvídame, olvídame,
que tengo cien ocupaciones,
no pienses más en mi querer,
te lo suplico, por favor, y olvídame—.
Pero como todo cansa en este mundo,
de desgracias y las burlas me cansé,
y a otro hombre que me quiso largo tiempo
el querer que te tenía le entregué.
Él me ama con amor y con locura
y procura puntual hacerme feliz;
yo lo quiero con amor y con cariño
porque nunca lo que a ti le oí decir.
La mujer que te quería te ha olvidado
y tú, al verte despreciado y sin amor,
recordando que te quise largo tiempo,
tú has venido a suplicarme tu pasión.
Pero te has equivocado, que hace tiempo
de tu nombre no se acuerda esta mujer.
Tú has venido a suplicarle que te quiera
y en tu nombre ella te va a responder.