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Notas
Se trata de una versión de la canción “La hija del penal” de Helenita Vargas.
Al finalizar la canción, la informante repite a modo de estribillo la tercera estrofa, con un cambio en el cuarto verso: “¡Ay, Virgencita del Consuelo!, ven”.
Transcripción
La hija del penal
me llaman siempre a mí,
porque mi padre fue el carcelero
y yo nunca jamás
en mi vida conocí
más que los ojos de un prisionero.
Mas cierto día
de ver a un preso
no sé qué cosa pasó por mí,
que con mis ojos
le mandé un beso
y en mis plegarias decía así:
¡Ay, Virgencita del Consuelo!,
ven y ayúdame a salvar mi bien
porque mis penas son mis amores.
¡Ay, Virgencita, ven,
que quiero del prisionero ser
la pena eterna de sus amores.
Estaba preso, sí,
porque mató al traidor
que de su hermana el amor burlaba.
Mas cuando supe yo
su gesto de dolor,
sentí quererlo con ansias bravas.
Sentí quererlo
con ansias bravas,
con un cariño de eternidad,
y yo tan ciega
del prisionero,
yo le daría la libertad.
Llegó una noche al fin,
dormir a mi padre vi
y aquella llave pude cogerla;
con ella yo corrí,
la triste celda abrí
y un beso santo le di al librarle.
Cuando lo veía
por las murallas,
por las murallas triste saltar,
y no dejaba
el alma mía
y no dejaba de palpitar.