Para no perder la costumbre

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Referencia catalográfica: 3048c

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Notas

Este tipo de composiciones son recitadas por los quintos durante las fiestas de san Antón Abad celebradas en San Cebrián de Campos (Palencia). Los recitadores, ataviados con un traje tradicional, declaman montados en una mula.

Bibliografía

Algunas de estas recitaciones de quintos de San Cebrián de Campos aparecen recogidas en: Weber-Antón, María Victoria (2017). Un siglo de poesía pinchorrera. Cuartetas de quintos (1912-2012). Palencia: Institución Tello Téllez de Meneses.

Transcripción

Para no perder la costumbre

ni a la tradición faltar,

voy a quitarme el sombrero

y a San Antón saludar.

 

Alguno estará diciendo

de quién es esta chiquilla,

mis padres son Merche y Santi,

así que soy una Lobilla.

 

El estudiar es mi oficio,

el de mi padre ganadero

y yo, como buena hija,

le ayudo a gastar el dinero.

 

Ahora que ya me conocen,

les contaré mi relato,

espero sea de su agrado

y que pasen un buen rato.

 

Hoy es catorce de enero

y celebramos San Antón,

pero faltan aún tres días

para la fiesta del patrón.

 

Un año vendrán los quintos

cargaditos de regalos,

festejaran San Antón

el día de los Reyes Magos.

 

En noviembre hemos tenido

elecciones generales,

en mayo se han elegido

alcalde y concejales.

 

De alcaldesa sigue Marta,

pues no ha tenido rival,

no completaron las listas

del Partido Popular.

 

Para tener candidatos

fueron a Villoldo a buscar,

¿algo pasa en San Cebrián

que nadie se quiere presentar?

 

Por el PP fue Rajoy,

por el PSOE Rubalcaba

y ya lo dice el refrán,

quien mal anda mal acaba.

 

Pues muchos son los parados

y mucha la corrupción,

también es grande la ruina

en que han dejado la nación.

 

Los desahucios por millares,

los bancos intervenidos

y para los trabajadores

recortes, impuestos y despidos.

 

Voy a poner un ejemplo,

la mejor muestra un botón,

así se harán una idea

de su nefasta gestión.

 

En autovías y autopistas

cambiaron la velocidad

para ahorrar en gasolina

y por nuestra seguridad.

 

Poco les duró la norma,

tuvieron que rectificar,

cambiaron todas las señales,

alguno se tuvo que forrar.

 

Prohíben las apuestas,

prohíben el tabaco,

al entrar al bar

ahora huele a sobaco.

 

Con ideas como esta

dirigían la nación,

parece que nos gobernaban

Mortadelo y Filemón.

 

La flamante biblioteca

no se puede mantener,

han pedido voluntarios

que no tengan nada que hacer.

 

Mila y Raúl, Internet,

la Sagra, libros y ficheros,

en seguridad e incendios

tenemos a Chape, el bombero.

 

Las farolas de este pueblo

también hemos cambiado

por unas ecológicas

que dicen que gastan menos.

 

Una noche de verano,

una gran inundación

anegó el campo de fútbol

de la bolera al frontón.

 

No se ha podido saber

quién rompió la tubería,

ha sido cosa de fantasmas

o de la bruja Averías.

 

El depósito sigue igual,

el más inútil de España,

está vacío de agua

y lleno de telarañas.

 

Para lo único que sirve

es como nido de cigüeñas

y si tú no te lo crees,

la Pinas trae paja y la ordeña.

 

En las afueras este pueblo

una nueva construcción,

a todo aquel que la ve

le llama mucho la atención.

 

Las paredes son redondas,

el tejado acaba en cono,

parece la casa de Los Pitufos

o la de David el Gnomo.

 

En tan rara construcción

van a hacer un restaurante

la Sagrario y Albertín,

buena suerte y adelante.

 

De los chicos de este pueblo

no me podría olvidar,

les daremos un repaso

para que vayan calientes al bar.

 

Se lo tienen muy creído

y quieren parecer mozos,

no lo pueden conseguir,

pues tienen cara de mocosos.

 

No se comen un colín,

al ligar son unos mantas,

a lo único que llegan

es a ser unos pagafantas.

 

No se pierden una fiesta,

parecen los almendreros,

en bares y discotecas

son íntimos de los camareros.

 

Toda la noche de juerga

hasta las siete o las ocho

y lo único que ligan

es una gran borrachera de calimocho.

 

Cuando están desesperados

a Monzón van a parar,

allí les limpian la cartera,

si quieren desengrasar.

 

Espabilad un poquito

y cuidad más la peseta,

buscad una buena mujer

y dejad de pensar con la bragueta.

 

Después hablad con Raúl,

que se os dé la bendición,

que por falta de trabajo

va a pillar una depresión.

 

Además, podréis vacilar,

podréis dároslas de listos

diciendo que os casó un cura

que durante toda una tarde fue obispo.

 

Las cosas han cambiado,

aunque a algunos les cueste entenderlo,

¿quieren dar el cante?,

¿o es que quieren lo de antes?

 

Y es que, en San Cebrián,

un pueblo peculiar,

ha llegado una familia,

no sabemos a qué vendrá.

 

Se dedican al huerto,

mucho debe producir,

pues se pueden dar el lujo

de ir a casa a parir.

 

Si a alguien le he ofendido,

me sepa perdonar

pues las cuartetas es una tradición

que no debe faltar.

 

Solo me queda invitaros

a que vayáis a bailar,

paséis feliz el año

que acaba de comenzar.

 

A ver cómo se nos portan

cuando se pase el sombrero,

pues la orquesta vale cara

y no tenemos dinero.

 

Adiós, hombres y mujeres,

adiós a la vecindad

esta quinta se despide:

¡Viva san Antón Abad!