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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante omite la alusión a algunas flores para acortar la canción. Además, indica que en el pueblo no solían cantarse villancicos, pero sí muchas canciones de mayo para ofrecer flores a la Virgen.
Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00021 05).
Transcripción
Cantemos himnos de amor
con verdadera alegría
a la madre del candor,
la [¿fecha?] Virgen María.
Gloria a la reina del cielo,
madre de los niños, gloria;
loor a ti, vida, consuelo,
perla de la santa historia.
Son tus manos como el ampo,
de la nieve, la más pura,
y escudos nuestros en campo,
de verdadera ventura.
Son tus ojos dos estrellas
que deslumbran, mas no ofenden,
y en tus luces siempre bellas,
las almas nobles se encienden.
Es tu regazo la cuna
donde dormimos los niños,
y soñamos, ¡qué fortuna!,
con tu beldad y cariño.
Al despertar invocamos
tu dulce nombre, María,
y tu imagen contemplamos
más de una vez cada día.
Porque tu rostro enajena
y es más bello que el pensil,
más que la flor que está llena
de los encantos de abril.
Toma la rosa lozana,
que en ella va la grandeza
de tú, que eres luminosa,
candor, ternura y pureza.
Toma la azucena hermosa,
que en ella va la grandeza,
de nuestra fe luminosa,
candor, ternura y pureza.
Entre un grupo de esmeraldas,
la violeta presentamos
y con ella, las guirnaldas
de la humildad que abrigamos.
Toma el jazmín y en su aroma,
nuestra esperanza y consuelo
de verte, blanca paloma,
en las mansiones del cielo.
Hoy tenemos que ofrecerte,
madre adorada, un tesoro:
nuestras caricias, y advierte
que son más puras que el oro.
Formando todas un lazo
de inocencia celestial,
Virgen, recibe un abrazo
del amor angelical.
Y con él, los corazones
de la niñez protegida,
por tus egregios blasones,
dulzura, esperanza y vida.
Que serás la protectora
de nuestros queridos padres,
no lo dudamos, Señora,
nos lo dicen nuestras madres.
Tú sabes que nuestros besos
las dejan siempre tranquilas
cuando se quedan impresos
en sus rosadas mejillas.
Y de lo contrario sucede
si un día no las besamos,
sufren lo que no se puede
explicar, ay, no pagamos.
Y nosotros a la vez
si no nos besan, sufrimos,
porque somos como el pez,
que sin agua no vivimos.
Pues hoy serán para ti
todos nuestros besos, ¿quieres?,
los aires repiten sí,
nosotras, “bendita eres”.
Y ante el altar sacrosanto,
míranos en relación
diciendo con devoción:
Dios te salve, reina y madre,
madre de misericordia,
vida, dulzura, esperanza
de los pecadores, gloria.