Cándida Virgen María

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Clasificación

Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 3089c

Notas

La informante indica que era una copla que se cantaba en mayo para ofrecerle flores a la Virgen. Dice “cuyonda” en lugar de “coyunda”.

Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00021 13).

Transcripción

Cándida Virgen María,

de la creación señora,

consuelo del que te implora

y del extraviado guía.

Si del pueblo que en ti fía

tuyo es su corazón,

oye la tierna oración

que de la esperanza es hija,

y hoy con tu manto cobija

a la española nación.

 

Ella, ¡oh, madre!, te erigió,

del Ebro en la mansa orilla,

la más hermosa capilla

que el mundo entero admiró.

Allí a adorarte empezó,

y en sus páginas, la historia

grabó en secular memoria

que del pueblo español fue

la ardiente cristiana fe,

tu mayor timbre de gloria.

 

Por ti, Virgen soberana,

ante la cruz del Calvario,

en concilio extraordinario

rompiose la cruz arriana

y la enseña mahometana.

Que los campos de Castilla

dejaran en mancilla

de Covadonga en acento,

hecha trizas en el viento,

cayó entre fango y arcilla.

 

Tú con España en Lepanto

y de Tolosa, en las Navas

unciste a tu carro esclavas

las legiones del espanto.

Contigo, Fernando El Santo

a Sevilla conquistó;

Granada a ti se rindió

y no hay en España historia,

rasgo de honor y de gloria

que por ti no se trazó.

 

Pero ¡ay!, que un genio del mal

blandió su cuyonda impía

y quiso a la patria mía

uncir el yugo infernal.

Y si tu amor maternal,

que siempre fue a mi nación

áncora de salvación,

no la muestras hoy propicia,

¿quién la llevará en justicia

a la regeneración?

 

Sabios de España ascendistas,

políticos y letrados,

dramaturgos, federales,

guerreros, regionalistas,

venid también, socialistas,

y por vuestro ardiente celo

regenerad con anhelo prudente

a la noble España.

Sabed que tan grande hazaña

solo hará quien mire al cielo.

 

Allí encontraréis la llave

del problema a resolver,

y en clave ha de impeler

a puesto fijo la nave.

Si esto desdeñáis,

quién sabe lo que España guardará,

errabunda se hundirá

por su insondable abismo

y de muerte a su paroxismo,

su rigidez la impondrá.

 

¡Oh, Virgen, madre amorosa,

trono de sabiduría!,

tus consejos, luz y guía,

lean de mi patria hermosa.

Por ti fue grande y gloriosa

mientras en ti confió,

mas el favor olvidó

que la habrá su realeza

y hoy destruye la vileza

que de ingratitud le sirvió.

 

Y [¿?]

pide de nuevo tu amor

dándote en prenda esta flor

que el cariño hizo brozar.

Flor que el pacto ha de sellar

entre madre, hija y en pos,

aquella de esta las dos

celebremos la victoria

cantando un himno de gloria

a la majestad de Dios.