[Com.: Bueno, esta, esta quinta que no sé ni cuál era, me parece que era del veintiocho o del veintisiete, no lo sé exactamente. Pero entonces, aquí, los quintos, que por los carnavales era cuando celebraban la, la, la broma, que decíamos. Entonces, el Ayuntamiento nos daba un pino, íbamos al pinar y el pino más grande le cortábamos, íbamos, le serrábamos con tronzador y tal y le traíamos a la plaza. Se hacía rajas y se hacía un | la velada, que era el sábado de, de carnaval, se prendía con gasolina y duraba el baile, pues toda la noche, ¿eh? Pero para ir a por ese pino, los quintos, el que tenía carro, le ponía con ganao y tal. Estos, uno se llamaba Manolo, que tenía una camioneta, y otro lo llamaban Verbena, que tenía un carro con dos machos, y llevaron uno la camioneta y el otro el, el carro a por el…, a por el pino pa la velada, y le sacaron esta canción. 

Entonces, antes al | ahora no sé si lo hacen, pero antes a la puerta del alcalde y del teniente alcalde, ponían un foco con una luz y un foco grande que tal. Total, que a mi puerta no le pusieron. Y entonces, estos eran la quinta del, del treinta y cinco, me parece que era, del treinta y cinco me parece que era, que era mi cuñao Pirri, era el novio de mi | de una hermana mía. Y la broma de los carnavales cogieron y hicieron chocolate una noche y por la noche, pues untaron todo el foco de chocolate. Mi padre, que se levantó por la mañana y vio el foco untao, pues claro hizo | Claro, le llamó al Ayuntamiento y les denunció, le puso de multa doce pesetas a cada uno y, entonces, como era este el novio de mi hermana le sacaron esta canción. 

Yo esta la sé sin | ¿Esta va a ser sin guitarra? No sé si | ¿sin guitarra? Bueno, sin guitarra. Él decía:]

 

El señor teniente alcalde

nos ha llamado,

al presente Ayuntamiento

nos ha invitado.

 

Por haber untado el foco

vais a pagar

doce pesetas de multa

y tenerle que limpiar.

 

Adiós la fiesta y adiós, adiós,

esta es la perla de la ilusión,

ya no volvemos a entrar

jamás en la vida y eso es lo peor.

 

Nosotros le contestamos

todos a un tiempo:

—Doce pesetas no damos,

porque su yerno

 

ha sido el que nos ha dicho

vamos a untarle,

y ese ha tenido la culpa

del foco de usted mancharle.