Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Transcripción
—Buenas tardes, Carmelilla,
a tu lado me tienes ya;
cuando te miro me parece que veo
a la que está en el altar.
—¡Qué comparación me pones
con la que está en el altar!
Ya veo que te gusta
un poco exagerar.
—Ni millones, ni cortijos,
ni tierras de regadíos
se pudieran comparar
con tu cariño y el mío,
cuando te sientas a mi lao
yo siento tanta alegría
como las flores de mayo
en el campo de Andalucía;
se me quitan todas las penas
y las angustias también.
—Déjame besar tu boca
—Toma el permiso, mujer.
El permiso ya lo tienes
para mi boca besar,
dame un beso con ternura,
que le dé envidia a la luna,
a la luna y a los luceros
y a las estrellas también
y hasta los astros del cielo
se tienen que estremecer.
—Manuel, ¡qué besos más dulces tienes!,
si pareces una pastelería,
si con un beso de tu boca
quedo en tus brazos dormía.
—Dame tu lengua, cariño.
—Tómala ya, corazón,
¿cuándo va a llegar el día
en que nos casemos los dos?
—Muy pronto nos casaremos
con alegría y placer
y vas a tener un cariño
firme como la pared.