Descubriros, compañeros,     

que ya estamos ante la Cruz;

cumpliremos la promesa      

de echarle el mayo a Jesús. 

 

Cruz bendita de la sierra,       

que a la iglesia te pasaron,

y ante tu adornado altar

tienes al Crucificado.               

 

Entre grandes riscaleras,      

entre tomillo y romero,

tienes tu pobre vivienda    

y de techumbre este cielo.

 

Gracias a Dios que he llegado    

a esta casa de virtud,             

de rodillas por el suelo        

(y) a adorar a la Santa Cruz.

 

A la Santa Cruz bendita, 

danos, si es que puedes dar,

para que con tu licencia   

te empecemos a cantar.

 

—¿A quién echaré por mayo

a esta Cruz maravillosa?

—Echaremos a Jesús,   

que la cogió por esposa—.

 

Adiós, Santa Cruz bendita;   

adiós, Reina de los cielos;

con Dios, que ya me despido,

(y) hasta el año venidero.