Serrana, que te olvidara,

me mandaste a decirme;

cuando el parte llegó a mí,

con otra mujer yo estaba,

sin acordarme de ti.

 

Canta un hermoso canario

por la raya de tu pelo,

y se baja por tu frente

a beber agua en tus labios,

como si fuera una fuente.

 

Un fandango le canté;

la vi llorar sin consuelo,

por un milagro del cielo

en lágrimas lo limpié,

(y) el fandango era el pañuelo.

 

Despedime con dolor,

os echo la despedida,

en los clavos de tu reja

se queda mi corazón;

os echo la despedida.