¡Qué hermosa está la mañana!

La luz del sol centellea,

las flores dan sus perfumes,

con rubor de la arboleda!

 

En rama en rama cantando,

sin cesar revolotean

los alegres pajarillos,

cuyos trinos me embelesan.

 

Se escucha un tierno balido

de los rebaños de ovejas,

que como copos de nieve

se destacan en la hierba.

 

Allá una casita blanca,

más blanca que la azucena;

allí se celebra un chozo,

que es de pastores vivienda.

 

Junto a la casa, un cortijo;

junto al cortijo, una huerta;

junto a la huerta, una iglesia.

 

Llena de encinas el monte,

el río con muchos árboles,

rica de fruta la vega.

¿No lo sabéis?, es mi aldea.