Mayo a la cruz

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Referencia catalográfica: 3775c

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Descubriros, compañeros,    

que estamos ante la cruz;

cumpliremos la promesa    

de echar el mayo a la cruz.

 

Cruz bendita de la sierra,    

que a la iglesia te bajaron,

y ante tu adorado altar    

donde está el Crucificado.

 

Entre grandes riscaleras,    

entre tomillo y romero,

tienes tu pobre vivienda    

y de techumbre este cielo.

 

Gracias a Dios que he llegado    

a esta casa de virtud,

de rodillas por el suelo,    

a adorar a la santa cruz.

 

A la santa cruz bendita,      

danos, si es que puedes dar,

para que con tu licencia    

empecemos a cantar.

 

La licencia nos la ha dado     

a mí y a mis compañeros;

bien podemos explicarnos    

ante este sagrado madero.

 

Clavándose de rodillas    

y quitándose el sombrero,

venimos (y) a adorar    

a esta Reina de los cielos.

 

Al sagrado madero,    

todo lleno de virtud,

donde está crucificado   

nuestro Señor en la cruz.

 

A la santa cruz bendita,    

toda llena de esmeraldas,

donde fue crucificado    

de piernas, hombros y espaldas.

 

En la puerta de la iglesia    

santiguaros, compañeros,

donde está la Virgen pura     

y los ángeles del cielo.

 

Sobre la pila bendita    

volveros a santiguar,

al tomar agua bendita    

con la cara hacia el altar.

 

Clavándonos de rodillas,    

un padrenuestro rezar

donde está nuestro Señor    

para las almas salvar.

 

Estad atentos, cristianos,    

que sale del escondido,

vestido de carne humana,    

representando a Dios vivo.

 

En el huerto le prendieron,   

allí le crucificaron

y hasta la casa de Anás    

arrastrando lo llevaron.

 

Unos le amarran los pies,    

otros le amarran los brazos,

otros le daban la hiel    

con el vinagre en el vaso.

 

Es la llaga tan profunda    

que tiene nuestro Señor,

cuando le pasó el costado    

aquel maldito traidor.

 

Después de crucificado,    

en el sepulcro le entierran

y le echan la losa encima    

y después le patalean.

 

Adoro tu cruz bendita,    

todita llena de flores;

para subir a tu peana    

tienes tres mil escalones.

 

Adoro tu cruz bendita,    

forrada de maravilla,

que para ser alumbrada    

tiene treinta y tres bombillas.

 

Y a Jesús de Nazareno,    

a quien debemos amar,

y a aquel que subió a los cielos    

(y) a oír a la cruz hablar.

 

El sagrado madero,    

todo lleno de virtud,

donde está crucificado    

nuestro Señor en la cruz.

 

Ya le hemos echado el mayo    

(y) a esta Reina de los cielos,

también se lo vamos a echar    

a este sagrado madero.

 

—¿A quién echaré por mayo    

a esta cruz maravillosa?

—Se la echaremos a Jesús,    

que la cogió por esposa—.

 

El mayo ya te lo he echado,    

es un pobre mensajero

que trajo la providencia   

la divina luz del cielo.

 

El mayo ya te lo he echado    

bien lo puedes estimar,

que si tú eres cruz bendita,    

él es santa caridad.

 

Aquí están los doce santos   

a adorar nuestro Señor,

cuando le pasó el costado    

aquel maldito traidor.

 

Aquel ladrón infernal    

al Señor pidió perdón,

después de haberlo ofendido    

en palabras y dolor.

 

El Señor te dio la mano,    

levántate de ahí, traidor;

después de haberlo ofendido    

el Señor le perdonó.

 

Por los montes se retira,   

lleno de herida el traidor,

(que) en vista que no ha logrado    

toda su mala intención.

 

Adiós, santa cruz bendita;     

adiós, Reina de los cielos,

y adiós, Virgen del Pilar;    

y adiós, sagrado madero.

 

Adiós, santa cruz bendita;    

adiós, Reina de los cielos;

con Dios, que ya me despido   

hasta el año venidero.