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Esta canción se cantaba cuando llegaban los padres misioneros a los pueblos y aldeas, en las llamadas Capillas Misioneras Rodantes (CAMIRRO), en unas furgonetas-capillas. «La misión de este “Camirro” no era otra, sino recorrer los caseríos, fincas y aldeas pequeñas de nuestra Diócesis [Ciudad Real] para llevar el mensaje del Evangelio a los campesinos manchegos» (Lanza. Diario de Ciudad Real, año XXI, núm. 6068, 23-12-1963: p. 11).
Transcripción
Al padre misionero
le venimos a esperar,
para que nos dé consejos
a toda esta vecindad.
Por la mañana temprano
rezaremos el rosario
y después oiremos misa,
como los buenos cristianos.
También darán conferencia
de lo que es la religión;
de gustar a todo el mundo
(y) el oír nombrar a Dios.
Y la Virgen soberana,
madre de todo cristiano,
que nos mira dende el cielo
y nos cubre con su manto.
No se apuren, misioneros,
porque vengan a esta aldea,
que también aquí hay un Dios
que nos bendiga y proteja.
Nunca ha habido sacerdote,
que nos diga una misa,
pero ya viene un padre
a enseñarnos la doctrina.
También nos enseñarán
cosas de mucha importancia:
a que nos llevemos bien
y a tener fe y esperanza.
Esperanza, pues, en Dios,
y también la Virgen santa,
el camino de la gloria
que nos abre la mañana.
Y el tiempo que estemos aquí,
en esta tierra bendita,
que nos dé Dios salve y paz
y bendiga esta aldeíta.
Ahora, padre misionero,
enséñalos a estos niños
lo que no sepan sus padres;
guíalos por buen camino.