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Transcripción
Dios te salve, reina y madre,
de misericordia llena,
pura, fragante azucena,
consuelo del pecador.
Vida y dulzura, esperanza
del que te enmendó el castigo,
tan solo cuenta contigo
para obtener el perdón.
Dios te salve, a ti llamamos;
el desterrado te implora,
hijo de Eva, pecadora,
mas hijo tuyo también.
¿Por qué las almas suspiran
y gemimos y lloramos
cuando aquí nos contemplamos
arrojados del Edén?
Valle de lágrimas tristes
es el hombre enamorado,
continuamente regado
con el llanto y el dolor.
Sé, pues, abogada nuestra,
conténtanos sin enojos
y expresa en tus bellos ojos
misericordia y amor.
Y después de este destierro,
muéstranos al bien amado,
fruto bendito, sagrado
de tu vientre original.
¡Oh, calentísima Virgen,
amorosa, tierna, pía,
oh, dulce Virgen María,
flor del vergel celestial!
Ruega siempre por nosotros
con poderosa eficacia,
tú que eres fuente de gracia,
santa madre del Señor.
Ruega que dignos seamos
de alcanzar la eterna vida
que nos fuera prometida
por Jesús, mi redentor.